Luego reduciendo la cuestión, el usuario final debería pagar la FACTURA = A+B+C+D+E.
Me ha dado por pensar en las semejanzas y diferencias de estos costes que hay entre energías fósiles y renovables, y he llegado a una serie de conclusiones. Estas, obviamente, son solo mi opinión como persona no muy versada en ingeniería energética.
La infraestructura de la renovable, generalmente es menos costosa y más escalable, pudiendo adaptarse a necesidades tanto de producción como de demanda locales. Las centrales térmicas y nucleares se hacen enormes para que su capacidad de producción haga rentables en el tiempo la inversión inicial y el coste de mantenimiento y operación. No soy un experto, pero el mantenimiento de un parque eólico o solar parece bastante menos complejo que el de una central nuclear o térmica. Quizá una hidroeléctrica tenga un mantenimiento muy complejo, pero en principio no parecen comparables.
De tal forma que supongo que A sería menor.
Los costes de producción de las renovables son y serán nulos o muy bajos, siempre que sol, viento y energía potencial gravitatoria sigan siendo gratuitas. Además, disponemos en abundancia de todas ellas, mientras que combustibles baratos no tenemos en España.
Parece que B sería también menor.
Los costes de distribución son nulos o muy bajos, dado que en la mayoría de casos son instalaciones con fines de autoconsumo y consumo local. En otros casos son PYMES que buscan reducir sus gastos o explotaciones de pequeño tamaño cuya producción no tiene, en principio, fin comercial.
Incluso instalaciones con mayor capacidad y fin comercial, no deberían tener como objetivo el verter kilowatios a la red a un precio mínimo garantizado, sino suministrar electricidad a una red local al precio mínimo posible, en todo caso fijado a nivel local y de forma pública y abierta (que no intervenida).
Por esto cabría pensar que C, sería menor también.
No sabría decir nada sobre los costes de comercialización en ninguno de los dos casos, pero si la competencia entre productores y distribuidores se elimina, llegando a ser los propios usuarios los que generan y consumen a nivel local su propia energía; el gasto en márketing y captación de clientes parece improbable.
Por lo que D también podría ser menor.
Nos queda E, los beneficios de los accionistas. Partamos de que la generación local de energía renovable tendría como fin el abastecimiento de una comunidad, a la que reportaría beneficios en forma de energía muy barata o gratuita, aprovecharía los recursos disponibles localmente (agua, viento, sol, biomasa, maremotriz) contribuyendo a la conservación del medio ambiente y a la independencia energética de los ciudadanos.
La generación local de energía eléctrica tiene potencial para alterar la relación de poder en el sector energético, para solucionar uno de los mayores problemas económicos que tiene España que es el chanchullo montado alrededor del Gobierno y UNESA y para empoderar a la población haciéndoles dueños de su energía y haciendo que E desaparezca y revierta en su beneficio.
En cambio, en el mercado, el fin último de las empresas es el aumento de beneficios, que en última instancia se traduce en un mayor reparto de dividendos entre los accionistas y mayor capacidad de poder e influencia para la estructura empresarial. Estas tres cosas son, cuando menos, sospechosas de influir en las voluntades del ente legislador y del Ejecutivo.
Y es que los intereses de los accionistas pueden ser opuestos a los de los españoles, y esta última parte, E, les resulta imprescindible para llevar a cabo sus estrategias, por lo que no van a dejar que eso suceda.
Todo esto para, al final, llegara la siguiente planteamiento: si eliminamos E y hacemos A, B, C y D menores, ¿no es lógico pensar que las renovables son más competitivas que el resto de opciones?
En Australia ya se han dado cuenta de que, a pesar de lo barato que les resulta extraer su propio carbón, el cual extraen de una profundidad de unos metros bajo la superficie, éste no podría competir en el mercado energético aunque fuese gratuito.
Y es que allí ha ocurrido que, debido a la proliferación de paneles solares en los tejados, en determinados días en que la demanda fue baja y la energía fotovoltaica era capaz de satisfacerla, las centrales de carbón llegaron a tener que pagar por inyectar la energía que les producían a la red.
Parece que en Australia, gracias a la fotovoltaica, las centrales térmicas de carbón son una industria que ha llegado a ser tan poco competitiva como para que le resulte más barato pagar por deshacerse de su propio producto que dejar de producirlo.
Señala The Guardian que sólo los costes de distribución de la energía eléctrica convencional añaden a la factura eléctrica 19c de dólar por kW, mientras los costes totales de la fotovoltaica varían entre 12 y 18 c/kW, y se prevé que lleguen a bajar de los 10c/kW en próximos años.
En España hay muchas más centrales hechas de las que se necesitan, por eso están muchas de ellas funcionando a medio gas, con grupos apagados y reparaciones cada dos por tres. La inversión, como la propia página de UNESA indica, se amortiza en entre 25 y 40 años. Puede que UNESA se haya dado cuenta de este fenómeno de falta de competitividad de sus multimillonarias instalaciones y haya querido curarse en salud, presionando al gobierno para que elimine a la competencia que les pueda aparecer a sus enormes quemadores, amortizables en 40 años.
En un país en el que los ex-presidentes terminan cobrando del sector energético y en el que se permiten deudas de miles de millones de euros al sector energético que no se sabe si se cobrarán, está claro que las cosas se pueden hacer mejor que en Australia. Aquí se puede intervenir el mercado mucho más allá del ya establecido monopolio de UNESA y lograr que los ciudadanos asuman los costes de mantener sus beneficios.
¡Oigan, que su dinero les cuesta mantener a tanto ex-presidente y ex-ministro en consejos de administración, caramba!
Así las cosas, mientras en Australia se da por hecho de que el carbón ha sido superado, aquí se impone un peaje a aquellos que quieren procurarse una energía más limpia y más barata; obligándoles a pagar más por un servicio que usan menos.
Porque España es un país donde la política en materia económica, social y energética está secuestrada por nuestros gobernantes, tanto electos como fácticos. Aquí, gente con dinero y con los contactos adecuados puede pagar a los políticos por leyes que logre que empresas que no son competitivas sobrevivan a costa de un enorme daño a los ciudadanos, a la dignidad y a la democracia.
http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/jul/07/solar-has-won-even-if-coal-were-free-to-burn-power-stations-couldnt-compete
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